Recién llegado de Budapest, ciudad encantada, donde en su magnífico teatro de ópera se presentaba Juan Diego Flórez, paso a comentar algunos eventos de este pasado mes de mayo que ha tenido, para mí, dos hitos fundamentales: la actuación de un incombustible Plácido Domingo en Il due Foscari en el Real y la representación de la única ópera de Beethoven, Fidelio.

Così fan tutte, a mi juicio, pasó sin pena ni gloria por el coliseo catalán, por ello no haré comentarios, aunque os sugiero una visita a la autorizada crítica de José M. Irurzun.
De Plácido Domingo ya adelantaba mi opinión en la pasada edición de OperaMía. Es un monstruo de la escena y del canto y, aunque entrado en los setenta, si tiene una buena noche, como fue el caso de la representación a la que asistí, (el hoy barítono) arrasa. Y es lo que ocurrió en las dos representaciones que, a principios del pasado mes de mayo, tuvieron lugar en el Liceu, donde fue aclamado por la sala puesta en pie. Espero verlo y escucharlo el próximo 12 de julio en el Real, en Gianni Schicchi. Y que la fuerza le acompañe.
Fidelio (Teatro Real de Madrid)

Fidelio es una ópera bella y compleja, llena de matices que exigen a los intérpretes una atención muy especial. No fue la del Real la mejor representación a la que he podido asistir, pero como ya he dicho alguna vez, lo menos bueno, en Beethoven, es también genial. Ocurrencias del director aparte, ya que en vez de la obertura «Leonora III» del segundo acto nos obsequió con el tercer y cuarto movimiento de «la Quinta sinfonía» (además a ritmo de galope y totalmente fuera de contexto), la ópera tiene suficientes elementos como para interesar al aficionado.
No era un reparto brillante, mas todos cumplieron con su papel, aunque Michael König (Florestan) no me convenció, siendo superado por Adrianne Pieczonka (Leonore) que estuvo muy segura aunque discretamente lírica. Me gustó Anett Fritsch (Marzelline) y mucho más Franz-Josef Selig (Rocco) que se llevó los mejores aplausos de la noche. Los demás cumplieron con discreción.
La discutida puesta en escena, a mí me gustó. Tal vez se puede mejorar el movimiento de actores que, sobre todo en el dúo del segundo acto, resulta hasta incomprensible (ese reencuentro a metros de distancia de la pareja protagonista…). La orquesta me pareció no demasiado brillante en algunos momentos y hasta atropellada en esa «Quinta» y el coro muy estático, por lo que antes he apuntado, pero vocalmente bien.
Lo que viene: junio
Este mes de junio, veremos Don Pasquale (Donizetti) en el Liceu, la ópera de Gershwin, Porgy and Bess, y el programa doble con Goyescas (Granados) y Gianni Schicchi (Puccini) en el Real. Feliz verano y ¡viva la ópera!